Educación emocional: Cómo controlar lo que sentimos

Desde el éxito del libro «La Inteligencia Emocional» de David Goleman en el año 95, todo el mundo tiene aunque sea un ligero conocimiento sobre el concepto de manejo de las emociones, pero algunos caen en errores por falta de formación.

¿De qué se trata la educación emocional?

¿Es lo mismo que inteligencia emocional? Y ésta, ¿se puede adquirir?

La inteligencia emocional se puede adquirir y desarrollar realizando un curso de gestión emocional y trabajando en ella a lo largo de nuestra vida diaria.

La educación emocional es un proceso formativo continuo que se debería seguir aprendiendo y mejorando de forma permanente durante toda la vida. Desarrollar tu educación emocional te sirve para llevar una vida más equilibrada y para saber entender tus propias emociones ante los imprevistos, aprendiendo a escucharte a tí mismo y a los demás.

La inteligencia emocional es el conjunto de esa conciencia de las propias emociones que permiten saber gestionar las reacciones, junto con una gran capacidad de empatía, que permite entender a los demás. Un alto nivel de inteligencia emocional hace que una persona sea capaz de automotivarse, no se hunda ante sus propias emociones negativas(que por otra parte son naturales y necesarias)y además tenga una gran destreza social, siendo un buen líder y mediador.

Como la educación emocional es un proceso continuo a lo largo de la vida de cada individuo, la inteligencia emocional de cada uno puede ir aumentando y enriqueciéndose de sus experiencias. Para ello, hay que trabajar la educación emocional, no sólo basta con vivir.

Tres importantes ingredientes para alcanzar la felicidad personal son la autoestima y bienestar propio, la vinculación social y la sensación de avance y progreso. Por esto último, debemos siempre intentar evolucionar y avanzar,en definitiva aprender, todavía más si es en la búsqueda de un control emocional que nos permita entendernos mejor a nosotros y a los demás.

¿Cómo se educan las emociones?

Aunque a veces nos cueste reconocerlo, las decisiones y actos que realizamos a diario están dominadas por las emociones. Por supuesto, el raciocinio nos ayuda pero «el corazón» nos guía subconscientemente mucho más de lo que creemos.

Sin embargo, para que las emociones que nos invaden a cada momento no nos dominen por completo los adultos contamos con un sistema de autorregulación. Es un proceso interno que se aprende durante la infancia, por esto los niños suelen «estallar» más cuando se enfadan o bloquearse si están eufóricos o, por el contrario, tristes y ser incapaces de sobreponerse sin ayuda.

Una vez pasada la infancia, también podemos seguir aprendiendo y educándonos en la gestión de las emociones. Este proceso educativo enriquece nuestras relaciones interpersonales, empezando por la relación que tenemos con nosotros mismos.